
La pobreza es una condición inhumana en la que las personas sobreviven sin conseguir cubrir las necesidades básicas propias y de su familia. Aunque sus causas son multifactoriales, en gran medida la pobreza económica se debe a condiciones laborales impropias o bien sub-remuneradas, al empleo inestable y al desempleo.
Pero, ¿quiénes generan los trabajos perdurables y bien remunerados? Solo los emprendedores que consiguen transformar sus ideas en proyectos y sus proyectos en negocios, empresas y también industrias sostenibles y productivas. Los emprendedores que logran poblar de empresas vivas y activas el territorio nacional y que consiguen poner en el mercado productos y servicios que satisfacen las necesidades de la gente, dinamizando de este modo la economía. Este es el argumento por el que afirmo que “el emprendimiento es la vacuna contra la pobreza”.
El problema es que la inmensa mayoría de los aventureros emprendedores que inician una actividad comercial no están capacitados para emprender, al no contar con facultades, conocimientos, destrezas, ni competencias para tal fin. En buena medida emprenden por la pura necesidad de solucionar apremiantes compromisos financieros, como una solución opción alternativa al desempleo. De esta manera, el emprendimiento masivo es improvisado y genera un alto índice de descalabros en todo el mundo.
Para solucionar este inconveniente tenemos 2 opciones:
– La primera es masificar el emprendimiento desde la escuela, convirtiendo a los alumnos del sistema escolar en potenciales emprendedores y futuros generadores de trabajos formales. Pero para lograr el éxito con este plan, a mediano y largo plazo, el emprendimiento debe ser considerado una materia obligatoria desde primaria hasta concluir el bachillerato, porque es una materia de la cual depende el desarrollo económico de los países, pero que es subestimada por las autoridades. Debe ser guiado y los alumnos deben ser orientados por especialistas en emprendimiento, no por maestros teóricos.
– Por otra parte, la segunda opción es la concientización y adopción masiva de las bondades de los emprendimientos asistidos, emprendimientos de segundo grado o emprendimientos bajo sistemas de franquicias.
No hay que olvidar que las franquicias son generadoras de conocimientos validados, transferidos a la red y aplicables de inmediato en el mejoramiento de productos y servicios, ampliando y enriqueciendo los mercados, con lo que representan un factor determinante en la erradicación de la pobreza.
Imaginemos el impacto socio-económico de un sistema masivo de asistencia gerencial o bien de franquicias que oriente y apoye a todos y cada uno de los micro-emprendedores que hacen vida en la economía nacional. Imaginemos por un momento que se consigan desarrollar de forma masiva modelos de negocio replicables, con estandarización de imagen, agrupados en distintas marcas, con estandarización de servicios, que al menos forme con nivel técnico a los trabajadores, que brinde apoyo técnico, financiero, legal, de producción, contable, fiscal y estratégico a cada una de las microempresas. Sin duda alguna, si esto ocurre los registros mercantiles, los galpones, fincas, locales y oficinas pasarían de ser un camposanto de empresas fallecidas, a ser jardines de oportunidades comerciales, económicas y laborales. La esperanza de los emprendedores estaría floreciendo diariamente, la economía se reactivaría y habría crecimiento auténtico, orientándonos cara el desarrollo verdadero.
El sistema de franquicias está llamado a ser la vanguardia de la recuperación económica del país, pues representa la forma más eficaz de incluir a los pobres en el sistema productivo sin ser explotados, como emprendedores o bien como trabajadores. Millones de micro-emprendedores asistidos y guiados es lo que requiere el país para mejorar, para exportar y producir divisas, para producir nuevos conocimientos, patentes y oportunidades. Las microfranquicias son la clave del desarrollo auténtico, de la distribución más equitativa de la riqueza y de la paz social.
El micro emprendimiento asistido o bajo el sistema de franquicias baratas (microfranquicias) debe entenderse como un tema de interés estratégico nacional, vinculado de forma directa a todas y cada una de las políticas económicas y sociales, a todos los planes de desarrollo y a todos y cada uno de los planes educativos, ya que representa una la solución viable y viable al desempleo y a la pobreza, por ser una herramienta que sirve para generar autoempleos y empleos secundarios inmediatos.
¿Qué podemos hacer a este respecto quienes estamos vinculados a las franquicias?
Tenemos el deber ética de propagar las ideas y educar a la población en lo que se refiere a las bondades del sistema de franquicias y al impacto real de este, singularmente de las microfranquicias, en la economía y en la reducción de la pobreza. Tenemos que conseguir que quienes producen modelos de franquicias las compartan con personas de bajo poder adquisitivo a fin de que desarrollen sus negocios pequeños bajo estos esquemas y marcas.
Debemos hacer sinergia para sensibilizar a las autoridades nacionales, regionales y locales sobre la relevancia del emprendimiento asistido o sistemas de franquicias. Debemos multiplicar exponencialmente el sistema, en número de franquiciantes, en número de franquiciados, en número de tiendas abiertas, en volumen de transacciones y en peso económico.
Debemos brindarle ocasiones a los pobres para que ingresen a los diferentes modelos o bien marcas con una baja inversión a fin de que consigan compartir la prosperidad de las distintas redes comerciales.
Debemos exponer nuestras ideas y conocimientos en los medios masivos. Debemos hacer que la banca comprenda la importancia del sistema y que comience a respaldar a los protagonistas del sistema. Tenemos que producir bibliografías y documentación académica. Debemos sanear y optimizar el sistema y el gremio.
Debemos hacer de las franquicias un modo de vida y una ideología del progreso compartido. Debemos transformar e incluir al sistema de franquicias en una política pública que consiga permear y beneficiar a todos y cada uno de los niveles de la sociedad. Debemos convertir a las franquicias en un eje de desarrollo comercial, industrial y social.