
Sin ánimo de competencia, mas con la necesidad de graficar su relevancia eludiendo exagerar los adjetivos, podríamos decir que en lo que a mística, diseño y predilección ciudadana respecta, el Jardín Nipón es el Teatro Colón de los espacios verdes en la Urbe.
La comparación no es en balde, puesto que ese paisaje oriental en la mitad de Palermo supera a un salon eventos corporativos y se transformó en la nueva celebridad de los casamientos en lugares simbólicos. 3 parejas dieron el «sí» a metros del Camino de los Cerezos, y con esto inauguraron un nuevo tradicional en los escenarios para firmar la libreta roja.
Es que como sucedió con el Colón, que se impuso al Rosedal y al Puente de la Mujer como el lugar más escogido para casarse, desde el instante en que se incorporó a la lista de locaciones el espacio que en el mes de junio celebró sus cincuenta años resultó el más buscado.
«Hay un cupo limitado, y cuando se completa el sistema de forma automática bloquea la opción. Mas en la oficina de la ciudad de Buenos Aires Amor, dependiente del Registro Civil y al cargo de la organización de estos casamientos, recibieron más de ciento cincuenta consultas», cuentan desde el organismo, que por su parte depende del Ministerio de Gobierno porteño.
Este escenario se sumó 5 semanas atrás, y alén de la proximidad con la data para las liturgias, hubo quienes no desearon dejarlo pasar. «Cuando decidimos casarnos fuimos al registro civil de Uruguay a descubrir por los lugares simbólicos. Ahí nos contaron que esa medianoche se habilitaba la inscripción para el Jardín Nipón, y no dudamos. No podíamos escoger un sitio mejor», cuenta Ignacio Navarro, un novio conmovido que no cree en las casualidades.
Ignacio es oriundo de Misiones y hace quince años que radica en la Urbe. Hoy día es un comunicador social y asesor rodeado de amigos y compañía. Mas no siempre y en toda circunstancia fue de esta forma, y cuando aún no dominaba la distancia obligada con su familia, frecuentaba un sitio que reducía la añoranza.
«Venía al Jardín, al salon de fiestas, por el hecho de que me transmitía calma, me traía paz. Y siempre y en toda circunstancia me agradó mucho todo cuanto debe ver con la cultura nipona. Con lo que cuando en el registro nos enteramos de esta posibilidad, me afirmé no puede ser casual. Es la mejor manera de cerrar una etapa que para mí empezó difícil, mas que acaba de la mejor forma posible, y en exactamente el mismo sitio», remata.
Mientras que habla, Natalia Mojica lo mira y asiente a cada una de las palabras de su, hasta ese instante, futuro esposo. Ella asimismo está lejos de su tierra, Colombia, donde había regresado tras unos años de vivir en Argentina, y la que volvió a dejar atrás, esta vez, para formar una nueva vida con Nacho.
«El año pasado vine de vacaciones y nos rencontramos en un recital (ya nos habíamos visto alguna vez mientras que viví en el país). Tuvimos una cita y salió bien, mas me fui. Al mismo tiempo y con mucho whatsapp por el medio, volví para probar estar juntos. Y me quedé», resume , que se dedica a la investigación de mercados. Desde ese momento conviven en Recoleta.
Ya antes de sentarse frente al Directivo General del Registro Civil, Mariano Cordeiro, que ofició de juez de paz, los novios recorrieron el puente plano con la catarata y el Taiko Bashi (puente tambor) de fondo. Sonaba Gustavo Cerati en el ambiente: «Cruza el amor, voy a cruzar los dedos, y gracias por venir».
La historia de Claudia Ayala y Jorge Maidana es más usual, mas no de ahí que menos emotiva. La tercera pareja que se transformó en marido y mujer lleva trece años junta, y en dos mil dieciseis se transformaron en progenitores.
«Nos conocimos estudiando, los 2 somos instrumentistas quirúrgicos, y desde ese momento somos novios. Descubrimos el programa de espacios simbólicos cuando empezamos el trámite de inscripción en la página, y ahí le mostré a Claudia el Jardín y le encantó. Todos y cada uno de los convidados se emocionaron con la propuesta», comenta Jorge, que trabaja en el Centro de salud Garrahan y vive en Barracas al lado de su mujer y Benjamín, el hijo de los dos.
«Nuestro bebé fue prematuro, tuvimos muchos inconvenientes y la pasamos mal. Ahora deseábamos comenzar una nueva etapa, la de familia, formalizando nuestra pareja. Le pusimos todo al civil pues no pasaremos por la Iglesia, con lo que el blanco no daba», bromea Claudia, enfundada en un muy elegante vestido azul.
No faltaron visitantes confundidos que interrumpieron su camino para presenciar las liturgias. Hubo lágrimas, risas y arroz. «La gente solicitaba que el Jardín Nipón fuera una parte del programa, por el hecho de que es uno de los paseos pero tradicionales de las parejas en sus primeros tiempos. Habilitamos una entrada singular, por Berro, para no interferir el flujo de los visitantes», explican desde este parque declarado de interés turístico por el Gobierno porteño,
Las próximas datas para casarse en el Jardín Nipón son el veintiocho de noviembre, para la que todavía quedan 2 lugares, y el veintiseis de diciembre donde solo hay un turno libre. El trámite se efectúa por medio de la página del Registro Civil, en el apartado Matrimonios en Lugares Simbólicos, tiene un costo de dólares americanos 5785 y dólares americanos 400 por cada testigo extra (los requeridos son 4).